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Media Forensis. Una introducción

María Torres y Arjan Guerrero


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Todo acto forense hoy es un acto eminentemente político.

“Ningún acontecimiento expone con mayor contundencia y brutalidad la profunda crisis de representación en México que la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa la noche terrible del 26 de septiembre de 2014”. Así comienza uno de los relatos que dan forma a esta nación desdibujada que nos presenta, en toda su crudeza, el antropólogo Claudio Lomnitz (2016). El mundo entero volteó a ver horrorizado los efectos de la maquinaria letal desplegada por la llamada guerra contra el narcotráfico en México. Si bien la desaparición de los estudiantes no ha sido el acontecimiento más mortífero de esta guerra (recordemos el enorme y ya conocido problema de los más de 27,000 “desaparecidos” en México), sí se convirtió en “el punto nodal del movimiento social más importante que ha visto la luz en el país” desde que ésta comenzara en 2006 (Lomnitz, 2016). De hecho, nos dice Lomnitz, los eventos del 26 de septiembre constituyeron un punto de inflexión en la vida política y afectiva de México: una crisis, asegura, incluso “más profunda que las revueltas estudiantiles de 1968 o la rebelión zapatista en 1994, y que ha provocado que el clamor por la verdad y la justicia resuene más fuerte, más doloroso y más urgentemente que nunca” (Lomnitz, 2016, p. 43). ¿Quién se llevó a los 43 estudiantes? ¿Por qué y a dónde se los llevaron? ¿Qué hicieron con ellos? ¿Están vivos o muertos? No hubo, ni hay aún, una respuesta clara a estas preguntas. Su desaparición se ha configurado así como un abismo insondable en el que la mediación política entre la vida y la muerte, el cuerpo desaparecido y sus representaciones técnico-materiales, se juegan a través de la matriz científico-forense y los nuevos medios.

Este punto de inflexión es también el punto de partida del trabajo de la agencia Media Forensis (MF), que se inicia en 2015 con una serie inconclusa de Retratos Hablados y un Dictamen médico-forense de la imagen viralizada de uno de los estudiantes desaparecidos, Mauricio Ortega Valerio. La agencia retoma el término forensis (del latín forum y -ensis, “pertenecer al foro” ), con el fin de investigar el sesgo semiótico-material de los medios recurriendo a las formas propias de las ciencias forenses y creando ficciones a partir de dichas investigaciones. La agencia define este ejercicio especulativo en términos de “ficción-ciencia”, invirtiendo la lógica de la ciencia-ficción –que incuba, dentro de sus narrativas, ciencias aplicadas completamente ficticias– no tanto con la intención de producir un arte capaz de “confrontar la duda”, como correspondería al trabajo de grupos como Forensic Architecture, sino de poner al frente la noción de medio y los procesos de mediación del trabajo forense en tanto dispositivos con capacidad de agencia, es decir, sesgo en la producción de verdad. Estos medios, en la forma de una imagen, una entrevista o la propia máquina que registra, almacena, procesa y proyecta información, remiten, más allá de su condición de objeto-evidencia, a procesos técnicos, sociales y biológicos de mediación –incluso, a la noción de un medio ambiente– que nos permiten hablar, entre otras cosas, de políticas de la representación desde lo que podría considerarse un realismo especulativo.

¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos! , exclama la consigna característica de la movilización civil masiva por los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos. Sin embargo, la mayoría de los 43 retratos virales de esos estudiantes se muestran como imágenes irreparablemente heridas. Es ahí, en las zonas obscuras de esas heridas, donde el dispositivo forense-ficcional de MF se inserta, a veces con una crudeza éticamente cuestionable, apostando por señalar la insensibilidad en el tratamiento y la percepción de las imágenes en circulación. En medio de esta crisis de representación, el trabajo de MF abona a la proliferación de ficciones políticas orientadas no tanto a la producción de verdad como a evidenciar el carácter media(tiza)do del acontecimiento y su “verdad histórica”.

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